KoreanJapaneseEnglish Español

DICCIONARIOS: ¿PAPEL, WEB, ELECTRÓNICOS O PARA ORDENADOR PERSONAL?

por Narcís Lozano Drago

Un análisis de las ventajas e inconvenientes de los diferentes soportes para una de las herramientas básicas del traductor: el diccionario.

1.- Introducción

Diccionarios de papel

En este artículo se realizará un análisis de las diferentes opciones de que dispone el traductor para la adquisición de diccionarios. Antiguamente la elección se reducía al tradicional formato en papel. Con el paso del tiempo han ido apareciendo nuevos soportes, que nos ofrecen nuevas e interesantes formas de realizar búsquedas y aprovechar al máximo la información de estas obras. Se expondrán las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos y se darán una serie de consejos para poder compilar una buena colección de diccionarios profesionales que se adapte a nuestras necesidades y que nos sea realmente útil, de forma que no queden abandonados acumulando polvo en una estantería.

2.- Papel

Las nuevas tecnologías digitales no han conseguido de momento arrinconar el uso del papel como soporte de información. El papel tiene una serie de características (precio, ahorro de energía, manipulación física, etcétera) que lo hace todavía superior a otras opciones técnicamente más avanzadas. El libro tradicional sigue gozando de una salud excelente, a pesar del auge del libro electrónico y los dispositivos digitales.

La supervivencia del papel está mucho menos clara en el caso concreto de los diccionarios y las obras de consulta, que no están pensados para ser leídos de principio a fin, sino para buscar información en ellos. En efecto, aquí lo que en realidad importa es poder buscar la información de forma efectiva y en este terreno la era digital nos proporciona herramientas lo suficientemente poderosas como para que nos planteemos jubilar nuestros preciados diccionarios de papel. Por supuesto, esto depende en gran medida de la calidad y el buen juicio de los desarrolladores de la herramienta de búsqueda, pero, aunque sea solo por copiar las funciones ofrecidas por los competidores, la mayoría de los diccionarios en formato digital ofrecen ya funciones como búsquedas en la definición (no solo en el lema), empleo de comodines, etcétera.

La digitalización aporta otra ventaja sustancial: velocidad. En los diccionarios de papel se debe dedicar un tiempo considerable a elegir el diccionario, tomarlo y realizar la búsqueda. Repetir el proceso varias veces puede ser tan pesado que la búsqueda se suele limitar a un pequeño número de obras. En los diccionarios digitales, la velocidad varía según la aplicación y la dificultad de la consulta, pero casi siempre será superior a la capacidad de un humano. Poder realizar varias consultas de forma simultánea en un gran número de diccionarios permite al traductor disponer de más opciones y obtener mejores soluciones.

Otro factor a tener en cuenta es la facilidad de transporte y el espacio. Un diccionario electrónico son de dimensiones muy reducidas; los diccionarios para ordenadores personales ocupan una determinada cantidad de espacio de almacenamiento; en el caso de los accesibles por Internet, ni siquiera eso. Los de papel, en cambio, ocupan (y sobre todo pesan) mucho. Esto se convierte en un problema, especialmente en casos como el mío en que realizo estancias prolongadas en el extranjero. En estas situaciones, muchos diccionarios se tienen que quedar en casa, y hay pocas cosas más frustrantes para un traductor que saber que la solución a una duda está en casa a varios miles de kilómetros.

Eso no quiere decir que las obras de consulta en formato papel carezcan de ventajas. Existen ciertos tipos de información que resulta más fácil de buscar con la manipulación directa del diccionario. Es el caso de los diccionarios visuales, donde a veces no conocemos la palabra, sino la imagen de lo que queremos buscar; hojear rápidamente las páginas puede ser mucho más efectivo que ver miniaturas de páginas en la pantalla de un ordenador. Existen también obras de consulta que son adecuadas para leer de principio a fin, como por ejemplo los diccionarios de dudas o los libros de estilo. Por último, hay que recordar que muchas obras excelentes siguen estando disponibles únicamente en papel.

2.- Diccionarios web

Diccionarios web

Una de las cosas que más me ha sorprendido las veces que he estado en oficinas de agencias de traducción con traductores internos es la escasez de diccionarios, tanto de papel como aplicaciones software. Dada la cantidad de dinero que he invertido en mis propios recursos, esperaba que las agencias, con unas posibilidades económicas en teoría superiores a las mías, habrían destinado mucho más dinero a este menester. Mi experiencia indica que esto no es así, y que la mayoría de los traductores internos de agencias emplean sobre todo diccionarios web gratuitos. Puesto que estas son de las pocas ocasiones en que tengo contacto con otros traductores, es posible que se trate de la tónica en la profesión. También podría ocurrir que las agencias tengan otras prioridades, y el tema diccionarios ocupa un lugar muy bajo en su lista.

La principal desventaja de estos diccionarios es que en muchos casos se limitan las capacidades de navegación por su contenido y las opciones de búsqueda avanzada. La mayoría permite buscar solo lemas, y no palabras en las definiciones o en ejemplos. Existe también el requisito adicional de tener que estar conectado constantemente a Internet. Esto no es problema cuando se está en casa, pero puede limitarnos si queremos usarlos en otros lugares y no disponemos de conexión Wi-Fi. Otro problema es la dificultad que conlleva consultar el contenido de varios diccionarios de forma simultánea. Existen herramientas para facilitarnos la tarea, como Intelliwebsearch, pero dependiendo de la cantidad de búsquedas podemos acabar con el navegador inundado de pestañas. En la mayoría de los casos el retardo entre el momento de realizar la consulta y el de recibir la respuesta es mayor que en el caso de los diccionarios locales instalados en nuestro ordenador.

La ventaja principal de estos diccionarios es, en el caso de los gratuitos, su coste. Además, no ocupan espacio en nuestro ordenador (aspecto no despreciable cuando, como en mi caso, los diccionarios instalados suman una cantidad considerable de gigas). Respecto a los diccionarios de papel y la mayoría de los electrónicos, tienen la ventaja de se puede copiar y pegar texto directamente en la caja de búsqueda. Esto nos puede ahorrar mucho tiempo, en especial en japonés, cuando la consulta incluye caracteres poco comunes.

3.- Diccionarios electrónicos

Por diccionarios electrónicos me refiero a esos pequeños dispositivos con teclado con diccionarios almacenados, en especial a los comercializados en Japón (que poco tienen que ver con las agendas traductoras que a veces llegan por aquí). Las principales ventajas de estos dispositivos se halla en su portabilidad (los más pequeños caben con comodidad en un bolsillo) y la excelente relación entre precio y calidad y cantidad de contenidos. En efecto, la mayoría de estos dispositivos vienen con algunos de los mejores diccionarios en su campo, y a un precio conjunto muy inferior al que costaría adquirirlos por separado, tanto en formato papel como en diccionario para ordenador personal. Como ejemplo ilustrativo, el diccionario «180万語対訳大辞典», que para PC (no existe versión en papel) costaba la friolera de 100 000 yenes, lo pude adquirir como tarjeta para diccionario electrónico por unos 12 000 yenes.

Diccionarios electrónicos

Estos diccionarios también suelen permitir búsquedas avanzadas con comodines y en ejemplos, aunque normalmente no en definiciones, y algunos limitan las búsquedas en el caso de texto japonés (después de todo, están pensados para japoneses). La interfaz de estos aparatos suele manejarse con teclas, por lo que no resulta especialmente cómoda. En cuanto a los métodos para introducir el texto, algunos (por ejemplo los de Seiko®) se operan solo con teclas, mientras que otros (muchos de los de Casio®, por ejemplo) también permiten introducir texto mediante un lápiz táctil, lo que puede ser útil cuando no se conoce la lectura del kanji en cuestión. Una gran limitación hasta ahora era el hecho de que no se podía copiar y pegar texto en la caja de búsqueda, por lo que se tenía que introducir tecleando o escribiendo, lo cual no resultaba práctico. Algunos modelos (los Seiko® con el sistema PASORAMA®) empiezan a incluir la opción de poder conectarse a un ordenador mediante un cable USB y hacer consultas desde el propio ordenador, en una aplicación del sistema operativo. Esto supone un gran paso en la dirección correcta. Todavía no he podido probar estos modelos, por lo que no puedo hacer comentarios acerca de aspectos como la velocidad. Además, en la página web del producto se indica que algunos diccionarios no pueden accederse en las búsquedas globales (buscar en todos los diccionarios de forma simultánea). Aun así se trata de una tecnología que promete mucho y que podría suponer una unión perfecta entre la portabilidad y precio de un diccionario electrónico y la comodidad de uno para ordenador.

4.- Diccionarios para ordenador personal

Diccionarios software

Hay cada vez más diccionarios que se ofrecen como aplicaciones en CD o DVD, a veces junto con la versión en papel. Estos diccionarios presentan la ventaja de que en la mayoría de los casos disponen de interfaces avanzadas de búsqueda, con funciones no solo de búsqueda de lemas, sino de búsqueda en definiciones, uso de comodines y búsquedas condicionales. Esto permite su uso no solo como diccionario, sino también como corpus monolingüe y bilingüe (característica inestimable para el traductor). La velocidad a la que obtenemos el resultado también es en general mucho mayor que en el caso de los diccionarios web. Sobre los diccionarios electrónicos y en papel, tienen la ventaja de que se puede copiar directamente texto, o ejecutarse con un atajo de teclado. Esta última característica no es baladí: cuanto más fácil sea de acceder un diccionario, menos dudaremos en realizar consultas, no ya para términos que desconozcamos, sino para buscar mejores soluciones. Por último, la mayoría de estos diccionarios pueden comprarse directamente por Internet, así que son más fáciles de adquirir que los electrónicos.

En el capítulo de las desventajas cabe mencionar que en general el precio es bastante elevado, comparable al de la versión en papel cuando esta existe; los glosarios especializados sin edición en papel son en general los más caros, superando fácilmente los 30 000 yenes. El precio combinado de adquirir estos diccionarios suele muy ser superior al equivalente a adquirirlos como contenido de un diccionario electrónico, aunque presentan la ventaja de poder elegirlos de forma individual y prescindir así de contenidos que no consideremos necesarios.

En el caso particular del japonés, un problema añadido son los diccionarios que no utilizan Unicode (los diccionarios Logovista, por ejemplo). Cuando esto ocurre, en la configuración regional de nuestro sistema deberemos seleccionar la opción de japonés; si no lo hacemos así, los menús no se mostrarán de forma correcta; por supuesto, esta configuración puede afectar a nuestros programas con menús en español, así que puede ser difícil lograr que los dos tipos de aplicaciones convivan en nuestro sistema.

5.- Conclusión: consejos para crear un sistema de diccionarios eficaz

Combinación de diccionarios

Hasta aquí el repaso por las características de los diferentes soportes para diccionarios. A continuación se describirán una serie de pautas que para maximizar la eficacia de nuestras compras para reunir un conjunto de diccionarios que nos ayude a realizar nuestro trabajo de forma más rápida e incrementar su calidad. Aquí me centraré en las necesidades de un traductor profesional. Para el usuario básico, la búsqueda en la Red suele proporcionar resultados adecuados en la mayoría de los casos. Para los usuarios más avanzados y sobre todo estudiantes, la inversión en un diccionario electrónico merece la pena: puede llevarse a clase y la entrada de caracteres mediante lápiz táctil puede ser más intuitiva que utilizar el IME del ordenador.

Para el traductor profesional, mi recomendación son los diccionarios para ordenador personal, aunque ya veremos que no cualesquiera. Cuanto más lejos del área de trabajo está un diccionario, más fácil será que no lo consultemos o incluso que olvidemos que lo tenemos. Yo he desterrado prácticamente el papel de mi colección diccionarios, o mejor dicho, están ahí como una reliquia del pasado, pero apenas los toco, salvo un par de honrosas excepciones. Demasiado engorroso buscar información, demasiado limitados en la forma en que se pueden efectuar las consultas y demasiado pesados para llevar de viaje. Los electrónicos son muy completos, pero tener que teclear o escribir cada una de las entradas hace que no sean adecuados para el trabajo continuado. Eso sí, quizá los nuevos modelos que se conectan al ordenador mediante USB solucionen este problema. Algunos diccionarios web son excelentes, pero hay que ser cautos para conseguir información de calidad. El principal inconveniente es al hacer búsquedas simultáneas: resulta demasiado engorroso navegar entre el mar de pestañas en que puede acabar convertida nuestra pantalla.

Los diccionarios que más uso en mi trabajo son los electrónicos, pero conviene tener algo presente para no acabar malgastando el dinero: elegir sistemas que permitan incorporar varios diccionarios, y no diccionarios individuales, cada uno con una aplicación diferente. En particular uso principalmente los diccionarios de Babylon® para inglés (y consultas sobre español), y los de Logovista® para japonés. Hay otros sistemas, como iFinger, con contenidos interesantes, pero la última vez que probé su interfaz me dejó muy decepcionado; su asistencia en el paso de XP a Vista brilló por su ausencia, así que decidí no utilizarlo más. Cuando me refiero a Babylon®, no me refiero a su diccionario principal, que en su versión inglés-español está plagado de errores y traducciones palabra por palabra, sino a los contenidos adicionales que se pueden adquirir por separado. Uno de los lotes más útiles es el pack de lujo de español: uno de los diccionarios que más uso es el de sinónimos, ya que me ayuda a buscar mejores opciones para traducciones complicadas. Están además el Oxford® y el Merriam-Webster® para inglés, y para que no todo sean diccionarios de pago en esta lista, mencionar también otros diccionarios que me han resultado muy útiles, sobre todo el de la Universidad de Granada. Babylon® presenta la ventaja de que es rápido y sobre todo muy fácil de hacer consultas (basta con colocar el cursor sobre el texto en cuestión, y pulsar control y botón derecho del ratón). La búsqueda se lleva a cabo en todos los diccionarios instalados en el ordenador (y algunos en Internet) y los resultados se presentan con una distribución fácil navegar. En el capítulo de desventajas cabe mencionar su política de un solo usuario por licencia, lo que lo que complica su uso en varios ordenadores (importante cuando se tiene un ordenador de emergencia, por lo que pudiera pasar).

Para japonés existían diversas opciones, pero me decanté por Logovista y estoy muy satisfecho. La herramienta de búsqueda es potente, pero la principal ventaja es la excelente colección de contenidos disponibles. He adquirido gran parte de estos, lo que me ha supuesto un desembolso considerable, pero no me arrepiento en absoluto. Después de reunir varios diccionarios monolingües, bilingües, glosarios técnicos e incluso obras enciclopédicas, la potencia de las búsquedas ya no solo de lemas, sino también de las de tipo corpus, es realmente espectacular. Se ha convertido en una de mis inversiones más rentables (para ganar dinero a veces toca gastar dinero, nunca hay que olvidarlo).

Lo que sí nos podemos ahorrar es gastar dinero en diccionarios individuales si se usan solo como complemento de nuestro diccionario principal. Rara vez los usaremos. Tengo algunos diccionarios en el escritorio de mi ordenador que apenas he tocado. Algunos son buenos diccionarios, pero generalmente cuando consulto mis diccionarios principales y no encuentro una solución satisfactoria, paso directamente a buscar soluciones en la red. Solo en el caso de diccionarios que suplen carencias importantes de los principales nos acordaremos de ellos lo suficiente como para justificar el gasto que supone su compra.

De modo que el principio general consiste en intentar adquirir un único sistema de diccionarios y agregar el máximo número de contenidos que nos puedan ser útiles, incorporar algún diccionario extra (para ordenador o en papel) si los consideramos realmente interesantes, y no menospreciar algunos de los excelentes diccionarios que podemos encontrar en Internet. Seguirlo puede ahorrarnos dinero mal invertido y proporcionarnos una herramienta enormemente valiosa para nuestro trabajo.